El tiempo y la decepción

Uno de esos grandes problemas humanos que nos ocupa sin duda alguna a diario, que nos preocupa y nos hace perder el sueño es el tema de mi entrada de hoy. Me refiero a una variable vital, que forma parte de nuestras vidas sin remedio y que es, posiblemente, el tema más tratado por personas de todo el mundo, que une seres que apenas se conocen en cordial conversación, en resumen: un milagro de la vida. Y no estoy hablando de la política, el fútbol, la economía, la moral ni los chistes verdes; hablo del tiempo.

Pues sí, el tiempo atmosférico es, como ya decía, el mejor tema para romper el hielo cuando no se sabe de qué hablar con alguien ya que, si se tiene la suerte de estar al exterior o cerca de una ventana, ni siquiera es necesario encontrarse con la incómoda mirada del prójimo, podemos mirar al cielo como si esperásemos la llegada del Anticristo en cualquier momento. Y esta bajada sería desde luego una obra de gracia de la providencia porque no hay nada peor que quedarse a solas con esa persona con la que se quiere quedar bien pero no se tiene absolutamente nada acerca de lo que discurrir. Es en estos casos en los que el tiempo nos permitirá salir airosos.

En torno al tema del tiempo hay toda una serie de tópicos y frases míticas como el famoso "este tiempo no es propio", una negación que no hace sino afirmar que la memoria del ser humano puede resultar muy limitada ya que si algo "no propio" se repite cada año, ¿no se convertiría entonces en propio? También los refranes dedican toda una serie de postulados al tiempo y sus particularidades, por supuesto dando siempre un refrán y un "antirrefrán" para que siempre podamos seguir diciendo que los refranes nunca fallan. 

Otro asunto relacionado con el que nos ocupa y que sin duda es un fenómeno en sí mismo es la predicción del tiempo y los transmisores de la misma, los llamados "hombres del tiempo" que portan la verdad como los jinetes del Apocalipsis  portan las grandes catástrofes. Relativo a esto es necesario decir que es mejor fiarse de un timador profesional que de un hombre del tiempo. Ese señor enchaquetado siempre dirá lo contrario de lo que va a suceder, y esas señoritas embutidas en faldas de tubo que en el trayecto de Canarias a Cataluña pueden tropezar cuatro veces con sus tacones están muchas veces más preocupadas de hacia dónde se dirige el viento de su sedosa melena que de la dirección de los ciclones, anticiclones y masas de aire. Porque esa es otra cuestión a tener en cuenta, de estas predicciones televisivas solo, y repito, solo entendemos el mapa de nubecitas, solecitos y números.Y ellos lo saben, intentan confundirnos con su vocabulario  y todas esas flechas e "isodatos" que se acumulan sobre el mapa de España como cicatrices de guerra en su piel curtida.

Pero tranquilos, para eso están las predicciones de Internet (aún peores). La ventaja de estas predicciones casi mágicas es que pueden decir a un niño recién nacido cuyo nombre aún ni siquiera está decidido el tiempo que hará el día de su boda. Sin embargo, y esto es una sugerencia solo para mentes inquietas, si nos atrevemos a mirar el tiempo en el mismo momento en que está sucediendo es frecuente hallar una nube tormentosa en la pantalla del ordenador que apenas podemos ver bien por el sol que está cegándonos desde la ventana.

¿Es esto serio? Pues bien, seguimos consultándolo una y otra vez, incansables, fieles, me atrevería a decir que ciegos. Pero somos así, para el tiempo y para todo, en este caso tal vez la propia incertidumbre de lo inevitable y desconocido para los que no estamos versados en el mundo de la meteorología nos supera. Pero nos caracterizamos por una triste pasividad en torno a lo que nos defrauda, repetidas veces, como si no quisiésemos darnos cuenta, como si supusiese demasiado esfuerzo. Por eso también seguimos votando a aquellos que candidatura tras candidatura nos defraudaron, seguimos comprando las marcas que se nos estropearon mil veces solo porque nos gustó el anuncio, o porque todos lo hacen, seguimos consultando las mismas páginas que sabemos plagadas de errores. Sí, es cierto que dije que no hablaría de política, de economía o de moral, tal vez les he defraudado, pero probablemente seguirán leyéndome.

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