Al "divismo"

Esta entrada está dedicada a todas esas personas que están tremendamente indignadas porque están convencidos de que todo blog que ose existir en Internet debería dedicarles una entrada. Por lo tanto este es un texto al "divismo"(sí, me lo he inventado) y la egolatría, para los que en toda su vida nunca hayan logrado reunir más de una neurona: el amor desmedido al "yo". A todos los que profesan, o profesáis, tan noble (y repugnante) fe dedico estas palabras.

Todos conocemos a alguien cuyo hombro supone la única línea del horizonte auténtica, a alguien que alega tener capacidad para dominar al mundo o en su defecto a los pobres desgraciados que los rodean y que tienen la personalidad de una cobaya, por lo que su única misión en la vida tras el encuentro con una de estas personas de alta estima es alimentar su ego.

Pongamos como ejemplo a una chica joven de las que abundan hoy en día en nuestro entorno, esclavas de la moda que se renueva cada media hora pero con la idea de que nadie puede igualarlas.


Este ser encantador es sin duda único, pero solo genéticamente porque todos los maniquíes de los escaparates de tiendas con ropa a la moda son exactamente iguales a ella. En realidad no son iguales, de hecho son infinitamente mejores, porque no hablan ni se mueven y sus “divísimas” posturas no han sido creadas por ellos mismos. Su físico y su número de neuronas sin embargo es idéntico.

Pero lo peor no es la ropa que visten, ojala lo fuera. Lo peor son sin duda los humos que desprenden por cada poro de la piel, creyéndose siempre superiores al resto de seres vivos (e inertes) del universo. Se abren paso por la calle pidiendo a gritos una alfombra roja de terciopelo para no tener que pisar con sus carísimos zapatos, ya sean botines de marcas conocidas con colores propios de una noche en Las Vegas o tacones con los que ni siquiera pueden caminar, el suelo que ya ha sido pisoteado (e infectado de banalidad) por el común de los mortales. Su cabeza permanecerá siempre alta, con la barbilla erguida y en ocasiones prominente, tal vez por el constante intento de sobresalir incluso de ese modo.  Jamás saldrá a la calle sin su baño de maquillaje para evitar que alguna mirada distraída puede encontrarse con la humana verdad de un grano o imperfección. No dios mío, ella no tiene granos (o eso se ha hecho creer a sí misma).

Divísimo ejemplar, si yo fuera tú no me apartaría el pelo de la cara como si espantase una mosca, de hecho no me lo apartaría (cubre). No sería la única diosa de mi altar particular, orgullosa de ser orgullosa. En tu lugar no andaría tratando de acentuar una curva feminidad de la que carezco (nadie niega la existencia de tus caderas, los huesos se ven claramente). No diría que tengo dotes de líder, si tengo que decirlo para que lo noten algo está fallando. Y por supuesto no dedicaría mi tiempo y mi intelecto a escuchar músicas que sirven para martillear las matrechas neuronas que te quedan y bailar cual animalillo desvalido en celo. Porque piensas que todo eso eres tú, y no es así, eso es todo el mundo, no eres la única diva que eclipsa el sol. Y, ¿sabes qué?, todas sois completamente iguales. Me atrevería a decir que hasta usáis el mismo tinte.

No te fabriques un pasado heróico de instituto que siempre habrá alguien que recuerde mejor y más objetivamente tu ayer. Al final tus mentiras de princesa despechada se volverán en tu contra y tu liderazgo hará que lideres la lista de los que fracasaron por insolentes en el mundo real, nadie está dispuesto a obedecer tus nimios deseos fuera de tu burbuja de cristal. La vida seguirá, y pasará por ti  también, tenlo por seguro. Entonces tu piel, latente bajo una gruesa capa de maquillaje, comenzará a presentar un relieve solo conocido por los mortales. Todos seguirán su camino, y tú creerás seguir el tuyo, sin embargo seguirás siendo una niña, que despótica e irritante, quiere aún un poni por Navidad. Aunque jamás lo dirá, y jugará a ser la adulta que jamás pudo alcanzar entre sus almohadones de nubes y sus sueños americanos.

Así que, diva y princesa, sueña mientras puedas pero no olvides que el sueño también requiere un despertar, si solo sueñas no vivirás nunca y serás solo la princesa de un reino de cristal opaco.

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